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Zingraff, la geometría en el arte

Zingraff se plantea, desde un punto de vista estético pero, sobre todo, del lenguaje, trasmitir las emociones más profundas que el ser humano puede producir mediante elementos simples de geometría - Autor: Eduardo Lastres - Fuente: La Verdad

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      En arte, quizás sea el XX el siglo en el que más se ha conceptualizado la geometría como elemento básico de construcción del cuadro.

El ser humano se rige, fundamentalmente, por las leyes de la geometría. Es decir, desde el principio de los tiempos, basa su conocimiento en las estructuras y en las síntesis basadas en la línea recta, las medidas y las proporciones. La lanza, la punta de flecha, el hacha, son los primeros elementos que fabrica ante la necesidad de la supervivencia, la caza, y la defensa ante los depredadores. El individuo del neolítico, en las pinturas y representaciones que podemos ver en las cuevas que habita, en el norte de España o en los abrigos del sur, Valencia, Andalucía, etc. ejecuta, con almagra, óxido de hierro, unos dibujos sintéticos sobre la escena de la caza del animal en la que la figura humana se realiza con esquemáticas rectas, siendo la lanza una de ellas. Escenas no demasiado complejas pero sí muy ilustrativas. Pero también dentro de ese esquematismo de dibujo se comienza a desarrollar otros modelos dibujísticos más complejos, con mayor número de líneas, grabados en piedra, que poseen un valor simbólico, hoy, de difícil interpretación.

En estos petroglifos se concretan diferentes motivos muy sometidos a una geometría depurada, como son la espiral, la cruz, la cruz gamada y diferentes juegos de paralelas y cruces de líneas, de diferentes formas. Casi todas estas conclusiones a las que llega el ser humano se dan en puntos geográficos en el planeta cuya distancia hizo imposible que fueran resultado de una comunicación, sin embargo la similitud entre ellos es evidente. Lo que demuestra el principio de igualdad respecto a la geometría en todas las culturas. A partir de que el hombre sale al mundo exterior, se encuentra con el problema de la construcción de su propio habitáculo, para lo cual deberá basarse de una manera absoluta en el conocimiento de la geometría, es decir, el nacimiento de la arquitectura. Las culturas más antiguas de la tierra, Mesopotamia, Egipto, utilizan la arquitectura como el elemento primordial de defensa ante el ataque exterior, pero también como el hábitat comunitario, palacios, templos, tumbas, en las que desarrollan diferentes concepciones geométricas. La manera en cómo se soporta el techo mediante piedras o vigas en una disposición horizontal, más tarde en construcciones más complejas, como la pirámide. La geometría es un lenguaje básico con el que estudiamos la realidad y concretamos las imágenes de nuestra mente, un instrumento que estas primeras civilizaciones también utilizaron para la observación de las estrellas. Con ella se crea una visión al unir las diferentes partes de las estrellas de una constelación mediante líneas rectas en las que comienzan a aparecer con gran claridad animales fantásticos y formas como la balanza, el arquero, etc. La curiosidad del ser humano por el firmamento contribuye a establecer una medición del tiempo, la orientación mediante los cuatro puntos cardinales y su situación en el cielo, lo que dará lugar a la navegación más allá de las referencias costeras y los largos viajes.

Tenemos constancia de cómo a lo largo de la historia todos los pueblos y civilizaciones han ido sumando conocimiento y creando la ciencia de la geometría, cuyas soluciones se trasladaban a la arquitectura, y a otros ámbitos como el diseño y la ilustración. La aportación romana del arco aportará una nueva dimensión a la arquitectura con edificios de gran altura, y todo un desarrollo que dará lugar a diferentes concepciones en la construcción de las iglesias, que desde el Románico hasta el Gótico, el Renacimiento, han sido símbolo de distintas maneras de pensar.

En arte, quizás sea el XX el siglo en el que más se ha conceptualizado la geometría como elemento básico de construcción del cuadro. Desde Malevich, Mondrian, Kandinsky, hasta los minimalistas americanos, Frank Stella, Donald Judd, la geometría es, en estos momentos, uno de los focos importantes en los que la pintura se siente involucrada. Esta es la tradición de Hans Dieter Zingraff (1947, Karlsruhe, Alemania), que expone sus obras en el Castillo de Santa Bárbara. Siguiendo esta antigua tradición de la geometría, Zingraff nos da una visión personal de la división del cuadro a partir de la línea recta y de su intersección.

     Unas líneas que poseen en su grosor no excesivo una cantidad de imágenes que hacen referencia sobre todo a la arquitectura, pero también a ciertos aspectos del diseño gráfico y a los espacios intersticiales de diferente color y magnitud. No me cabe ninguna duda de la exigencia de este trabajo y de la espiritualidad que subyace en esa gran síntesis de elementos formales. Espiritualidad que es absolutamente necesaria para llegar a entender y trasmitir los signos que dibujan esas intersecciones con los campos de color, trabajados a modo de superficies alabeadas, donde el color se funde en esos cambios progresivos hacia el blanco o hacia el negro. Es evidente que la comunicación de los elementos geométricos simples, apoyados por esos espacios de minuciosas formas, sugieren al observador los mismos viejos asuntos que se plantearon los primeros hombres, a la hora de buscar estructuras formales para definir acciones de la realidad. Zingraff se plantea, desde un punto de vista estético pero, sobre todo, del lenguaje, trasmitir las emociones más profundas que el ser humano puede producir mediante elementos simples de geometría, que difícilmente alguien que no esté preparado concienzudamente puede trasmitir al espectador con esta claridad y efectividad. Disfruten de una exposición con la que se van a identificar, si es mirada desde la sensibilidad, aunque también satisfará al intelectual más exigente.